miércoles, 18 de diciembre de 2013

Acantilados emocionales

Nunca entendí eso de que "del amor al odio hay un paso".  Es como decir "de la vida a la muerte hay un paso". En realidad esto último sí que tiene sentido, podrías estar al pie de un acantilado y...
Pero ¿existen acantilados emocionales? Situaciones en las que amas a alguien pero en un sólo descuido, en un impestañeable lapso de tiempo cada una de las células de tu corazón convierta en odio todo ese amor que pregonó en el estallido de la última sístole contagiando enérgicamente tal sentimiento al resto de tu cuerpo.

No se, me cuesta demasiado imaginarme algo así. Demasiado forzado para ser algo natural. No quiero sonar pretencioso ni hacer alarde de mi ignorancia, quizás esa bipolaridad exista, pero ni soy consciente de ella en mi cuerpo, ni me interesa conocerla.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Carcajadas

Parece una de esas enormes mansiones francesas del siglo XIX. La luz de una mañana inusualmente soleada en Diciembre entra por las grandes ventanas iluminando las estancias y el largo pasillo que puede verse desde la habitación. Esa luz, junto a los altos techos de la mansión y la corriente de aire que provocan las ventanas abiertas hacen que el ambiente de los jardines se traslade al interior, dotándolo de una pureza raramente palpable puertas adentro.

Unos cuantos juguetes infantiles desperdigados por el suelo presentan a la perfección el desorden de la habitación: ropa vistiendo sillas, libros abiertos sobre la mesa, más juguetes sobre ambos sofás, el anacrónico crepitar de un fuego encendido el día anterior y que se ha mantenido insomne durante toda la noche... Unas carcajadas ponen la banda sonora a semejante estampa, es una risa joven, despreocupada y sincera. Sobre una sencilla silla de madera situada junto a la chimenea se encuentra sentado el creador de la melodía. Zapatos italianos de piel, traje impecable, la chaqueta sobre el respaldo de la silla, una camisa blanca desabrochada mostrando el tonificado torso del muchacho y dejando ver una fina cadena de oro que porta un símbolo familiar. La mirada apuntando al cielo y dedicando al aire carcajadas que resuenan solitarias por toda la mansión... y un camino de sangre que emana de la nariz y resbala por los labios hasta llegar a la barbilla para terminar precipitándose hacia su pecho desnudo...

miércoles, 4 de diciembre de 2013

El café más caro de la historia

A doscientos kilómetros de casa, estoy en la estación, es de noche y la vuelta se ha retrasado a última hora por lo que me quedan un par de horas de espera por delante. Diciembre llama a la puerta y hace mucho frío, incluso dentro de la estación. Le doy una oportunidad a una sala de espera. Esas salas de espera siempre me han parecido estancias atemporales y paradójicamente monótonas. Tras un rato en ella, y cuando canjeo todos los minutos que mi paciencia tiene reservados para dicha sala, no me queda otra opción que abandonarla. Sin embargo, todavía me queda bastante tiempo para repartir y pocas "atracciones" que visitar. Decido recurrir al café para calentarme estómago y manos y de paso, entretenerme. Entro en una cafetería de la estación y pido un café con leche. Al preguntar el precio, la camarera me responde un precio ridículamente alto, pero lo pago (¡qué remedio!). Cojo mi maleta, mi mochila y mi café y elijo una de las muchas mesas que tiene el local, la mayoría están vacías excepto un par de ellas en las que cenan algunas personas.

Me siento, dejo mis cosas y lo primero que hago es calentar mis manos cogiendo con ambas el café, me encanta esa sensación de acercar la taza caliente a mi cara y sentir el olor, la temperatura y el sabor de mi café al mismo tiempo... Recojo el ticket que había dejado sobre la mesa y pienso en lo caro que me ha costado, me doy cuenta de que, de hecho, es el precio más alto que jamás he pagado por un café con leche, es el café más caro de la historia. He elegido una mesa junto a una gran cristalera que da a la calle y a través del cristal pueden verse infinidad de cosas: puede verse a los viajeros que corren, los que se van porque quieren coger un tren y los que llegan para abrazar a los suyos (en las estaciones todo el mundo se besa apasionadamente y se abrazan como si hiciese meses que no se ven, pero de eso ya te diste cuenta hace años...); pueden verse las luces de los coches pasar a toda velocidad, cada coche transporta unos pasajeros, cada uno tendrá una vida, una historia (quizás vayan a casa para cenar con sus hijos, puede que se vayan de fin de semana a una casa rural); a través de la cristalera puedo ver cómo el hombre de la esquina se cansa de pedir alguna moneda a los transeúntes y decide regalarle un piropo a una chica que pasa junto a él, puedo ver como ella le contesta una preciosa sonrisa y un "¡Gracias!" entre risas y se vuelve para decirle algo (algo bonito seguramente a juzgar por sus caras); desde el interior de la cafetería y con la humeante taza de café en mis manos puedo ver el frío del exterior, me he dado cuenta de que el frío puede verse, no sólo sentirse en tu propia piel sino también verse y transmitirse a través de una imagen (una nueva dimensión para el frio, fantástico). Y entre todas esas visiones y pensamientos (que como en las buenas ocasiones, viajan a la velocidad de la luz) recuerdo que me estoy tomando ¡el café más caro de la historia! Y no puedo evitar sonreír, incluso una pequeña risotada escapa sin que pueda (ni quiera) hacer nada para evitarlo. Ya no me importa cuánto he pagado por él, casi ni lo recuerdo, porque este café cada vez me sabe mejor, me doy  cuenta de que es una de esas cosas que condensa el tiempo... y eso me encanta, me pone de buen humor. Decido hacer un barquito de papel con una servilleta y dejárselo de regalo al próximo cliente, o a la persona que tenga que limpiar la mesa... me gusta hacer eso (pienso en la cantidad de barquitos de papel que "he regalado" a personas desconocidas y recuerdo, sin saber por qué, el que hace tiempo dejé en el aeropuerto de Toronto, ¿quien lo recibiría?). Sonrío.

Es la hora, en unos minutos sale mi tren, el que me lleva a casa, a mi tierra, el que me acerca a los brazos de los míos. Hace mucho frío y llegaré unas horas más tarde a casa de lo que esperaba, pero no  puedo quitarme la sonrisa de la cara. Mientras espero, ya en el andén, mis ojos se desvían hacia las catenarias que descansan alzadas varios metros sobre las vías y una vez más sonrió al pensar que la curva que describen esos cables nunca me ha parecido una catenaria.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Sueños

"Que la luz de la cocina se encienda parpadeante a eso de las dos de la mañana; que tú y yo entremos y nos calentemos un vaso de leche; que nos sentemos a la mesa para tomarnos el vaso de leche con ron; y que nos riamos a carcajadas medio contenidas por el sabor a rayos de la mezcla [...] Hablando mucho, riendo, escuchando, prestando atención, prestándote mucha atención, haciendo mías tus palabras; dejando inconscientemente de percibir tu voz para centrarme en tus ojos, esos ojos... son preciosos joder, los más bonitos que he visto en mi vida [...] Y que de tanto ignorar a nuestros sentidos nos acabe gustando el ron con leche caliente... y que se convierta en nuestra bebida." Con eso sueño yo.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Tutorías

El chico entró en el despacho del profesor con la timidez que le proporcionaban su edad y las pocas interacciones previas con su profesor. Con las manos temblorosas sacó de su cartera las hojas de papel en las que tenia los apuntes y los ejercicios para preguntarle sus dudas.

El profesor le dedicó una mirada amable y elogió sus buenos apuntes. Pacientemente, esperó a que el chico buscase la hoja con el ejercicio que le propinaba dudas y cuando éste la encontró dejó caer un comentario gracioso para poder mostrar su sonrisa una vez más. Al intentar buscar el enunciado del ejercicio en su ordenador, el profesor se percató de un problema:
- Oh vaya, el internet de nuevo. Estamos teniendo algunos problemas últimamente. Pero no suele ser así, ¿me disculpas un momento?

El profesor terminó la pregunta ya en pie y junto a la ventana. El chico, asintiendo de manera mímica, vio cómo su profesor apenas esperaba su respuesta para abrir la ventana, salir al alfeizar nevado y trepar hábilmente por una tubería hasta el tejado. Una vez llegó, los incrédulos ojos del muchacho, que no podían estar más abiertos, observaron cómo su profesor cogía carrerilla y saltaba al tejado de enfrente salvando los 3 metros que separaban ambos edificios, abría de una patada un enorme armario metálico junto a unas antenas, trasteaba un momento con unos cables y recorría sus pasos de manera inversa hasta llegar de nuevo al despacho. Al entrar por la ventana, se sacudió con toda naturalidad unos copos de nieve que tenía sobre su fino jersey de punto y dijo:
- ¿Por dónde íbamos Paul? Ah si, el ejercicio 2.a. Verás, es tan sencillo como derivar la función y...


[Después de aquel día, el chico jamás volvió a mirar a su profesor con los mismos ojos. Si antes lo veía como a un ser intelectualmente superior, ahora era todo un superhéroe. Cuando contó esta historia a sus compañeros de clase, éstos no le creyeron. Pero nunca llegaron a corroborar ni desmentir nada, pues Paul fue el único chico que fue a tutorías aquel curso...]



Moraleja: utiliza las tutorías en la universidad, te sorprenderás.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

¡Que se bebe todo el agua!


¡Que se bebe todo el agua!

(En realidad cada sorbo es la mitad del anterior...)

viernes, 8 de noviembre de 2013

Cuestión de química

Será cuestión de química, pero me encanta la sensación que mi cerebro me hace sentir cuando experimenta eso de lo que hablan tantos románticos, aquello sobre lo que le preguntaban a Gustavo Adolfo clavando en sus pupilas aquella pupila azul, ese sentimiento que explicado como una serie de reacciones químicas pierde magia para algunos, pero que para mi simplemente es presentado desde otro punto de vista (el científico) y con otro lenguaje al habitual. Magia pura.
Y será cosa de química pero siempre defenderé que "cuando has hecho el amor, el sexo te parece algo insuficiente, insustancial y vacuo".

sábado, 2 de noviembre de 2013

No puedo más

Me mienten. Me intentan manipular. Hacen publicidad. Falsean datos. Me intentan manipular. Se rien de mi. Son ignorantes. Promueven el cinismo. Hacen demagogia. Me intentan manipular. Airean su incompetencia. Me insensibilizan. Me intentan manipular. Me ignoran. Me intentan manipular. Me intentan manipular...

Consiguen lo que muy poca gente consigue: hacerme enfadar, sentirme ninguneado, me sacan de quicio, me ponen de los nervios. Lo siento, pero no puedo. Soy incapaz. De veras que lo he intentado pero me resulta imposible soportar los informativos, los telediarios, las noticias... llámalo como quieras.

lunes, 28 de octubre de 2013

Basket Game


Basket Game! Entrénate metiendo todas las canastas que puedas.



(Nota: las canastas valen 2 puntos porque estas pisando la línea de triples.)

jueves, 24 de octubre de 2013

Lista de deseos

Hay veces que se quiere decir algo y las palabras no bastan, parece que faltase algo para poder expresar correctamente tus ideas, ¿no os ha pasado? Echar en falta una manera de expresar unívocamente lo que estas pensando...

¿Y esas discusiones infinitas de bar en las que no se acaba sacando conclusión alguna? "Mira, en este sentido hay diferentes posturas y todas son tan buenas como malas, pero respetables." ¡Y un carajo! A mi me gusta tener razón y que lo que digo sea algo irrefutable, una verdad absoluta.

Ojalá existiese un lenguaje universal y todas las personas se pusiesen de acuerdo para utilizarlo. Podría entenderme con gente de todo el mundo y explicarles mis ideas sin esas limitaciones que conllevan las traducciones o el hablar en una lengua que no es la mia.

Es cierto que siempre hay más de una manera de decir las cosas. Pero me encantaría tener sentido crítico y ser capaz de analizar la información para llegar a mi propia conclusión. Así evitaría que otros puedan manipularme o, directamente, engañarme.

Siempre he tenido curiosidad. Me gusta pensar en las cosas por mi mismo. De hecho, de niño soñaba con ser inventor y descubrir un montón de cosas. Ojalá mi trabajo fuese ese, investigar y descubrir cosas nuevas para el mundo. Pensar en algo que ningún otro ser humano haya pensado antes. Ojalá pudiese hacer todo eso desde mi casa, con un papel y un lápiz como herramientas, nada de cachivaches carísimos que no me pueda permitir. Sólo mis ideas y el conocimiento que otros hayan aportado antes.

Me encantaría entender el lenguaje de la naturaleza. Comprender las leyes que rigen el movimiento, el funcionamiento del cuerpo humano, el planeta, los seres vivos, la economia, el comportamiento de las personas... Me gustaría intentar solucionar algunos de los problemas de la gente y contribuir a hacer un poquito mejor este mundo.


Ojalá existiese "algo" que cumpliese todos esos requisitos. Sería maravilloso poder expresarse, hacerlo con seguiridad y convicción, con todo el mundo; ser analítico, curioso, poder investigar y descubrir cosas utilizando tu cerebro, papel y lápiz, conocer acerca del lenguaje de la naturaleza y comprender un poquito mejor el mundo... ¿no crees?





 Solución: Matemáticas

miércoles, 16 de octubre de 2013

1, 2 , 3...



Nunca se me dio bien contar ovejas... ni dibujar.

lunes, 7 de octubre de 2013

¿Deseas algo más?

- ¿Cómo decirte lo que siento, que cierro los ojos y el calor de tu lengua invade mi boca, la suavidad de tu blanca piel acaricia la yema de mis dedos haciendo que se sientan afortunados, cómo explicarte que el azul cielo de mis ojos se siente aterrado y paralizado ante la abrumadora belleza de tus irresistibles iris, cómo demonios hablarte de los planes que mis labios tienen para todo tu cuerpo, tus curvas, tus párpados, tus piernas... cómo decirte que me encantas y te deseo con toda mi alma en este precisto instante, cómo decírtelo sin que te sientas incómoda?
- ¿Señor? Aquí tiene su café, ¿desea algo más?
- Oh, perdona. No, nada más... Son 1.25, ¿verdad?

martes, 24 de septiembre de 2013

No soy yo, eres tú

Me abandonó hace tiempo y me dejó una nota de despedida que leí nada más levantarme:
"Hemos pasado muy buenos momentos juntos. Hemos reído, llorado, sentido cosas que nadie más comprendería, sé que has compartido conmigo sentimientos en exclusiva que ningún otro ser conoce, te he dado lo mejor de mi y, a cambio, he visto un par de veces lo que puedes alcanzar con tu potencial. Como cualquier ser humano, eres único. Pero esto se terminó, me voy. No soy yo, eres tú. He intentado comunicarme contigo en más de una ocasión, pero te has empeñado en negarme la entrada a tu cabeza, en esquivarme con evasivas. No quiero puedo quiero tratar con alguien que sé que no eres, no me apetece conformarme con el 10% de lo que un día me diste. Si alguna vez decides volver a ser auténtico, si vuelves a dar esquinazo a tus miedos y te apetece compartir un buen café conmigo... no me busques, sabré encontrarte. Adiós."

Y la muy hija de puta desapareció. Pensé que podría engañarla, que la convencería para venir a mi cama cuando a mi me apeteciese y maltratarla a mi antojo hasta obtener lo que necesitase de ella. Pero no, ella es dueña de sus compañías y, desde luego, no se deja engañar por nadie. Sólo puedo decirte una cosa Inspiración: "me encantó bailar contigo".

miércoles, 18 de septiembre de 2013

¿Qué quieren las mujeres?

He reflexionado mucho sobre esta cuestión. Le he dado muchas vueltas, he buscado la respuesta en muchos lugares, momentos y personas. Por el camino he aprendido un puñado de cosas, con lo que me daría por satisfecho, pues ya no sería un camino en vano (pocos lo son). Pero también me he encontrado con muchas medias verdades: "ni nosotras mismas lo sabemos"; o con grandes mentiras directamente:"poca cosa...". Lo cierto es que generalizar de esta forma tan abrupta la cuestión hace complicado el encontrar una solución satisfactoria. La respuesta que hoy aquí presento la he elegido por la reacción que me provocó. No fui capaz (ni todavía hoy lo soy) de rebatirla ni encontrarle objeción alguna. No puedo sino aplaudir la sabiduría de quien me la desveló y quitarme el sombrero ante tan abrumadora verdad.
Esta respuesta tan sencilla a aquella pregunta tan difícil la encontré hace algún tiempo en un pueblito perdido en la sierra. Se presentó de boca del anciano más longevo de aquel lugar. Tras una tarde entera de discusión sobre mil temas y entre otros tantos participantes, se presentó la incógnita. Ninguno de los ávidos charlatanes, desde los jóvenes a los mayores, desde los mujeriegos a los romanticones, pudo dar con una solución tan elegante. Tras muchas palabras gastadas como digo, se abrió paso hacia mi (pues fui yo quien inició tal debate)  este anciano que permanecía oyente, expectante, al fondo de la estancia, junto al calor de la hoguera que calentaba sus huesos. Con su andar cansino, ayudándose de su cachaba para moverse y con una media sonrisa dibujada en su cara, enfiló el camino a su casa haciéndolo coincidir con mi posición. Y al pasar a mi altura, se acercó sin apenas detenerse y me dijo al oído: "Lo que quieren las mujeres es... ser felices".

jueves, 29 de agosto de 2013

Desayuno

Es una preciosa casita de madera en la base de una pequeña montaña. Entre ambas, un calmado lago apacigua el ánimo de todo aquel que goce de su presencia. La casa tiene un porche en la parte trasera con vistas al lago y una pequeña escalera que desciende hasta la orilla del mismo. Son las 7 de la mañana e Irina se encuentra en el porche, con sus grandes ojos negros cerrados, dejando que el entorno le rodee; el olor a hierba, el canto de algunos pájaros, el sol, todavía sin calor, incidiendo en su cara y su piel morena, la brisa de la mañana que despeina, aún más de lo que lo ha hecho la almohada, ese pelo que más negro no puede ser, la fría madera bajo sus pies descalzos... le encanta esa sensación. Es paz, es armonía con el mundo, es la perfección... la felicidad más pura.

Sin poder (ni querer) quitarse la sonrisa de la cara, entra en la cocina regalando un dulce: "¡Buenos días!". Saúl está sentado a la mesa desayunando, como sin querer romper el silencio que reinaba en la cocina antes de que Irina entrase, emite un sonido gutural difícilmente audible a modo de respuesta. Él es una persona muy tranquila, no suele alterarse por casi nada, afable con los suyos pero reservado con el resto, ella lo ama con locura y sabe que él también lo hace, se lo ha demostrado infinidad de veces. Irina, apoyada sobre la encimera, se queda mirando a Saúl, jugueteando con varios pensamientos. Durante ese instante de tiempo, nada acompaña al silencio salvo el sonido que hacen los dientes de Saúl al masticar la tostada de pan que toma junto al café cada mañana. Irina sale de su paseo por pensamientos con una conclusión "Hay que comprar galletas, ésta es la última", la coge y se sienta junto a Saúl para desayunar. Él, con la mirada perdida apuntando hacia tu taza de café, y como absorto en un remolino de pensamientos y sensaciones dice: "No me gusta lo que hago". Irina saborea su galleta, "¿El qué...?" dice, mira la galleta y le da otro mordisco, "¿... tu trabajo?" pregunta distraída mientras le levanta a por un vaso para el zumo. Saúl levanta la mirada por primera vez y mira a Irina con una expresión de terror, pena y un dolor difícilmente explicable en unos ojos tan jóvenes, "Vivir". Ella, apretando los labios en una mueca de decepción e impotencia queda petrificada unos instantes mirando a Saúl, que ha vuelto a bajar la mirada. Se acerca al chico por detrás de la silla, le besa en la cabeza, esa cabeza rapada que urde tales pensamientos y... la abraza, como si ese abrazo pudiese retener el alma de Saúl junto a ella, impidiendo que la esencia de lo que es ÉL se escape.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Lavarse los dientes

· Llegó a odiar a Heidi por apretar el tubo de dentífrico por el medio al lavarse los dientes cada día.

· Como el suicida que se lava los dientes antes de la última cena...

· Lavarse los dientes por segunda vez consecutiva se convirtió en uno de sus placeres secretos favoritos; esa sensación...

· ... frotando sus dientes, encías y lengua tan absurdamente fuerte que no se daba cuenta de que así no lograría expiar sus pecados.

· 9 de cada 10 dentistas recomiendan lavarse los dientes al menos 2 veces al día.

[Esta entrada es un Cajón con retales]

Cajón con retales

Este tipo de entrada se caracterizará por poseer:
- Un título que recoja el tema sobre el que versa la entrada.
- Cinco "retales" cuyo contenido se encuentre dentro del tema definido en el título.
- Ausencia de relación entre los cinco retales excepto la ya mencionada.
- Ausencia de formato específico en esos retales de texto, pudiendo tratarse de frases dichas por un personaje, un pensamiento, un minirelato, una oración incompleta, etc.

lunes, 5 de agosto de 2013

Te echo de menos

Cerrar los ojos y echar de menos aquella noche en la playa; añorar esa primera (y última) cerveza que te supo tan bien; recordar aquel beso de una noche en Noviembre, el último deseo que pediste a una estrella fugaz; volver a ese lugar mágico junto al mar, a aquel momento de reflexión en medio del campo (con la bicicleta pinchada tirada al lado); sonreír recordando ese viaje a París, la primera acampada; recrear esa sensación de magia pura, sin trucos, al observar por primera vez la paradoja de Banach- Tarski...

viernes, 12 de julio de 2013

Lo más importante en la vida

 Irina y Saul habían quedado para tomar un café en su cafetería favorita. En ella pueden sentarse en el mismo sofá de siempre, el camarero ya les conoce y sabe cómo quieren el café: Saul lo toma con leche del tiempo e Irina descafeinado de cafetera, con la leche muy caliente.

Son amigos desde hace años y tienen la buena costumbre de tratar de resolver los problemas del mundo y los suyos propios siempre delante de una taza de café; y quizás algo de comer si el problema es realmente complicado de solucionar. Esta tarde no hay ningún problema en concreto sobre la mesa, pero a Irina le apetecía ver a Saul y disfrutar de su conversación. Le encanta, a ambos les encanta, empezar a filosofar y saltar de un tema a otro, aprovechando razonamientos para comenzar una nueva discusión. En uno de esos saltos, uno quizás demasiado grande, la conversación queda desorientada e Irina, algo confundida, confiesa:

- Nadie me enseñó a vivir, a veces tengo miedo de no saber qué es lo más importante de la vida
- ¿Lo más importante de la vida?
- Sí, ¿tú lo sabes?
- Déjame tu reloj- Saul tomó la muñeca de Irina y giró durante un rato la manilla del reloj- ¿qué hora es?
- Las 12.30, pero...
- ¡Hora de dormir! Acuéstate, venga- hizo que se tumbase en el sofá en el que estaba sentada, casi sin darle tiempo a planteárselo siquiera- Cierra los ojos. Buenas noches Irina, que descanses.

Irina no entendía nada, pero sabía que no debía llevar la contraria a Saul cuando hacía una de las suyas, era inútil intentar esquivarle. Además, sus extraños métodos siempre conducían a una moraleja, y eso le encantaba. Pasó un  buen rato, un par de minutos, tres, cuatro... No sabría decirlo con exactitud. Finalmente, Saul le dio un suave golpecito en la espalda y, sin esperar a que Irina se incorporase de nuevo, le preguntó:

- Recuerdas en lo que acabas de pensar, justo antes de dormir, ¿verdad? Pues conseguir eso mañana. ESO es lo más importante en la vida, así de sencillo.

Irina meditó esas palabras durante un instante de tiempo, dejando que su cabeza asintiese mientras intentaba asimilar el consejo- siempre asentía con la cabeza cuando hilaba un pensamiento o cuando razonaba intensamente una idea. Acabó esbozando una sonrisa para después soltar entre carcajadas:

- He pensado que te habías vuelto loco, jajaja.
- jajaja, bueno... acabarás volvíendome loco algún día, así que no vas mal.

miércoles, 10 de julio de 2013

¿Qué es el amor?

Clive Wearing lo sabe. Tiene una definición concisa, contundente y completa. ¿Cómo encontró esa definición? No lo sé, pero voy a dar unas pinceladas de su vida por si eso ayudase a hacerse una idea.

Clive tiene ahora 74-75 años (nació en el 1938 pero no sé el mes). Nació en Gran Bretaña, se casó dos veces y tiene 3 hijos fruto de su primer matrimonio. En cuanto a su trabajo, llegó a ser un gran y afamado director de orquesta. No era un director de orquesta al uso, solía interpretar antiguas partituras, extraía información implícita (sobre las personas implicadas en la obra) de la música que leía y preparaba un concierto en el que recreaba las escenas para las que habían sido creadas esas obras (un gran banquete, una misa importante, etc.). Un artista, vamos.

Pero si le preguntas directamente a él, no te hablará de nada de esto. Hace unos años hicieron un documental sobre su persona para la televisión, titulado "El hombre con siete segundos de memoria". Fascinante, es recomendable verlo. El título no es sólo un reclamo publicitario, en realidad Clive no recuerda nada que haya pasado hace más de un rato. No recuerda el nombre de sus hijos, el trabajo de su mujer, no reconoce su propia letra, tampoco recuerda el día en que vive ni uno sólo de los conciertos que dio. A menudo afirma que su interlocutor es el primer ser humano que ve, que hace años que no tiene ni un sólo pensamiento ni sueño, que los días y las noches son iguales... que su estado es igual que la muerte.Tiene un diario en el que escribe contínuamente la misma entrada:
"Hora. Estoy consciente por primera vez!! ESTA es la primera vez, ingorar las entradas anteriores."

Sin embargo, da botes de alegria (literalmente) cada vez que le visita su mujer (Clive vive en una residencia), no recuerda haberla visto antes, no sabe cúanto hace que no le visita pero sabe que es su mujer. A menudo Clive escucha música lejana (sufre alucinaciones auditivas), toca perfectamente el piano y cada vez que escucha música sigue el compás con sus manos, sin saber a ciencia cierta qué hace ni cuándo aprendio a hacerlo.

No recuerda nada, no sabe cómo aprendió las (pocas) cosas que ahora "sabe" hacer, pero cuando a Clive Wearing le preguntan qué es el amor, él responde de una manera autómata pero no carente de emoción ni de genialidad:
"En el tenis nada, en la vida todo."

lunes, 8 de julio de 2013

Lorem Ipsum

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