miércoles, 11 de diciembre de 2013

Carcajadas

Parece una de esas enormes mansiones francesas del siglo XIX. La luz de una mañana inusualmente soleada en Diciembre entra por las grandes ventanas iluminando las estancias y el largo pasillo que puede verse desde la habitación. Esa luz, junto a los altos techos de la mansión y la corriente de aire que provocan las ventanas abiertas hacen que el ambiente de los jardines se traslade al interior, dotándolo de una pureza raramente palpable puertas adentro.

Unos cuantos juguetes infantiles desperdigados por el suelo presentan a la perfección el desorden de la habitación: ropa vistiendo sillas, libros abiertos sobre la mesa, más juguetes sobre ambos sofás, el anacrónico crepitar de un fuego encendido el día anterior y que se ha mantenido insomne durante toda la noche... Unas carcajadas ponen la banda sonora a semejante estampa, es una risa joven, despreocupada y sincera. Sobre una sencilla silla de madera situada junto a la chimenea se encuentra sentado el creador de la melodía. Zapatos italianos de piel, traje impecable, la chaqueta sobre el respaldo de la silla, una camisa blanca desabrochada mostrando el tonificado torso del muchacho y dejando ver una fina cadena de oro que porta un símbolo familiar. La mirada apuntando al cielo y dedicando al aire carcajadas que resuenan solitarias por toda la mansión... y un camino de sangre que emana de la nariz y resbala por los labios hasta llegar a la barbilla para terminar precipitándose hacia su pecho desnudo...

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