miércoles, 24 de mayo de 2017

Otra vez borracho el poeta

- Es como si te tuviese delante y no supiera qué decirte. Como si el mero hecho de poder mirarte a los ojos fuese el triunfo más grande de la historia...
- Disculpe señor, ¿se encuentra bien? ¿Necesita algo?
- Tantas cosas que contarte, tanto papel y tanta tinta. Tantas ganas de besarte, tantas de abrazarte, acariciarte. Tantas noches para añorarte, tantas historias que regalarte. Tantos cafés desperdiciados, tantos paseos que compartir. Tanto deseo de tu piel sentir, tanto imaginar tus labios...
- Creo ha bebido suficiente por esta noche, amigo.
- Tanta tinta, tantísima tinta fuera de lugar. Tanto amor que darte... y tan pocas miradas entre tú y yo.
- Como siga por ese camino voy a terminar besándole, ¿sabe? Uno no está hecho de piedra...

miércoles, 3 de mayo de 2017

El último habitante de la Luna. Capítulo 5

La decisión del corazón

[Una solitaria cabaña de madera en algún lugar de la Luna]
Un vaso de agua. Un vaso de agua sobre la mesa. Un solitario vaso de agua sobre la mesa. Una mirada náufraga en el solitario vaso de agua sobre la mesa.
 
El universo se expande, pero todo su ser se ahogaba en esos 250 mililitros de agua. Intentaba boquear para llenar sus pulmones con algo de oxígeno, su voz ahogada esputaba súplicas de auxilio que nadie escuchaba, su alma se aferraba a las verticales paredes de cristal. El pasado, aterrorizado, intentaba salirle por la garganta, trepando desde el estómago, arañando sus tripas, asfixiando su interior. El pasado no atiende a razones, no necesita razonar como el presente ni convencer a nadie como el futuro, él es más soberbio y jamás ha necesitado dar explicaciones... pero en ese momento se ahogaba en ese vaso de agua. Pasado y futuro luchaban por la superficie, codazos, agarrones, arañazos, todo vale cuando se trata de sobrevivir.
 
De pronto su mano golpeó el vaso haciéndolo volcar, derramando todo su interior sobre la mesa. Tantas disputas, incertidumbres y esfuerzos reducidos a un insignificante charco silenciado. Todo el debate que se libraba en su interior interrumpido por el tedio. No hay nada más impactante, demoledor, terrible y seco que un abandono antes del intento. El grito ahogado de la impotencia, la explosión agotada del vacío, la soledad inmensa del fracaso. La más agresiva de las censuras es la autoimpuesta y sin embargo, no es tan malo el abandono como la dulce hiel que mana de la soledad. Signifique esto lo que sea que quiere significar.
 
Había hecho algunas cosas, algunas cosas son las que había hecho. Eso lo tenía presente y no pretendía menospreciar su propia experiencia. Sin embargo esas cosas que había hecho no le servían de mucha ayuda en ese preciso instante. A decir verdad, nadie salvo él mismo podía ayudarle a salir de aquella situación. Antes había hecho algunas cosas, sí, algunas cosas son las que había hecho con anterioridad. Tantas vivencias y tan pocos recuerdos. Trató de hablar con su pasado, le confesó que recordaba, y reconocía, que había hecho algunas cosas, que algunas cosas son las que había hecho. Pero no había nada más allá del pasado, una laguna eterna de calma y vacío. Todo lo contrario que en el futuro, donde se alzaban cordilleras de enormes montañas que le impedían ver más allá de sus pies. Estaba solo con su presente, había hecho algunas cosas, algunas cosas son las que había hecho; esperaba recordar en el futuro haber hecho algunas cosas y algunas cosas que hubiese hecho, pero para ello debía de salir del atolladero en el que estaba perdido, dentro del presente.
 
Tomó una decisión. Determinó ejecutarla sin condiciones. Quizás la decisión más importante de su vida, aunque eso no podía comprobarlo en aquel momento. Desde luego, iba a tener vertiginosas implicaciones en el transcurso de su vida. Pero estaba preparado para lo que estaba a punto de suceder, o eso creía él... hasta que se encontró cara a cara con ella.