miércoles, 29 de noviembre de 2017

El éxito

- El éxito en una presentación atractiva para la audiencia y fructífera se esconde en estos 4 principios:
     1. Haz listas.
     2. Crea expectación, deja lo mejor para la sorpresa final.
     3. Haz que la audiencia participe de forma activa, logra que demanden más información y agradece sus preguntas.
 
Confío en que estos consejos les ayuden a mejorar sus presentaciones, muchas gracias por su atención.
 
- Disculpe, ha dicho que había 4 principios, ¿cuál es el cuarto principio?
 
- Exacto, lo has comprendido a la perfección. Gracias por tu pregunta.
     4. No te olvides del sentido del humor.

miércoles, 22 de noviembre de 2017

El cartel

Desde el momento que llegué a este extraño pueblo me sorprendieron muchas cosas. Muchos eran los detalles que me inquietaban, especialmente en el momento de duermevela, cuando tumbado desde mi cama recorría las calles de Comstock con la mente y me detenía en aspectos que no encajaban en aquella realidad. Muchas de esas cosas eran extrañas, llamativas y no las encontraréis en ninguna otra parte del planeta.
 
Sin embargo había una que sobresalía a todas las demás. Aquel cartel. Puede pareceros una nimiedad, pero jamás entendí la utilidad de ese cartel ni cómo continuaba en ese sitio, tan molesto, en mitad de la acera principal dificultando el paso de los viandantes. Os juro que en el primer instante en que lo vi pensé que se trababa de una extraña broma. Sin embargo nada más lejos de la realidad, se invertía una importante cantidad de dinero en su mantenimiento cada año, el alcalde atendía personalmente los aspectos relacionados con el cartel, todavía hoy lo sigue haciendo. De hecho fue él quien lo instaló hace más de 30 años y quien lo mantiene inmutable en el tiempo. Únicamente le han hecho reparaciones y restauraciones, pero tanto el mensaje como la posición son exactamente los mismos que cuando lo inauguraron.
 
En múltiples ocasiones pregunté a los vecinos cómo era posible aquel despropósito. Me interesé por el origen del cartel, su historia, si le encontraban alguna utilidad o si simplemente eran capaces de decirme que no veían el sinsentido de aquel cartel. Me preguntaba cómo era posible que en un pueblo de apenas 350 habitantes no existiese ni tan siquiera uno con dos dedos de frente que viese, igual de claro que yo lo veía, que aquel cartel era inútil y hasta ofensivo al sentido común. Todos apoyaban al alcalde. Aseguraban que aquel cartel no hacía daño a nadie y que, gracias a su instalación, la convivencia en el pueblo era mucho mejor.
 
A tal punto llegó mi desquicio que solicité entrevistarme con el alcalde. Necesitaba mirarle a los ojos y que me confesase que todo aquello formaba parte de una broma absurda, que en realidad todo el pueblo se había confabulado para tomar el pelo a un forastero que acababa de instalarse en el pueblo hacía un par de meses. No sólo no lo hizo sino que puso en valor al dichoso cartel.
 
La vieja feria abandonada con sus atracciones en ruinas a las afueras del pueblo; el embarcadero carcomido y medio quemado a las orillas resacosas del que una vez fuese un precioso lago; la vieja gasolinera abandonada ocupada ahora por roedores y serpientes; el decrépito depósito de agua que apenas se mantiene en pie... todos esas evidencias de abandono y olvido en el pueblo son nimiedades al lado de este maldito cartel.
 
Tan paradójica me resulta su mera existencia que se me antojaba ofensiva. Confieso que intenté destruirlo, pero los vecinos me lo impidieron. Tras uno de mis ataques fallidos llegué a cumplir condena y dormí una noche en el calabozo. ¡Como si fuese un delincuente! ¿Acaso esos estúpidos pueblerinos no veían lo absurdo que resulta un cartel como ese?
 
El asuntó llegó a obsesionarme. Dejé de dormir, después me olvidé de la higiene personal y hasta dejé de comer. Pensaba en el cartel a cada momento, durante todo el día y toda la noche. Contaba los segundos y lamentaba que aquel cartel siguiese en pie, desafiando a la cordura del mundo entero. Pasé meses ideando la forma de hacerle ver a todo el pueblo su error, pero por más que lo intentaba sólo recibía apatía y miradas de lástima. Parecía que el tarado era yo, por no ser capaz de convivir con un ser inerte en el mismo pueblo y dedicarle la guerra.
 
Ya no aguanto más. La realidad es que ese cartel no tiene razón de ser y no puede seguir existiendo.
 
Jeffrey G. Kennedy
 
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- Esta es la carta de despedida que dejó el tío Jeffrey antes de... bueno antes de acabar con su vida
- ¿Entonces el tío Jeffrey no murió en un accidente de avión? ¿Se... se suicidó?
- Sí cariño, padecía algún tipo de trastorno y su cabeza no aguantó más. La tomó con aquel cartel, pero si no hubiese sido eso habría sido cualquier otra cosa
- ¿Y cómo murió?
- Se lanzó a por aquel cartel y se golpeó la cabeza una y otra vez hasta abrírsela. Murió desangrado en aquella acera
- ¿Habéis ido alguna vez a dejar flores por su alma?
- No cariño, los habitantes de Comstock dieron sepultura a su cuerpo. Fue demasiado doloroso para nosotros y jamás visitamos aquel pueblo
- Yo iré, necesito ver el lugar donde murió el tío Jeffrey
 
 
 
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  |     ¡ C U I D A D O !     |  
  |  NO TE GOLPEES LA CABEZA  |  
  |      CON ESTE CARTEL      |  
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miércoles, 15 de noviembre de 2017

Rudolph no puede teclear porque es un reno

Dicen que todos los días tienen 24 horas. Yo no las he contado nunca, entre otras cosas porque casi siempre he pasado muchas de esas veinticuatro horas durmiendo; y cuando no he estado durmiendo he estado entretenido con otros menesteres. No es que siempre haya estado demasiado ocupado como para contar las horas de un día, no soy una de esas personas que no dejan de hacer cosas en cada minuto de su vida (nada más lejos de mi realidad), simplemente... no me lo he propuesto hacerlo hasta el momento.
 
He calculado cuánto tiempo paso de pie al día, cuánto sentado y cuánto tumbado; esos cálculos sí los he hecho alguna vez. También he contado cuánto tiempo paso comiendo o cuánto viendo la televisión. Podría decirte cuánto tiempo paso con la mirada en una pantalla de ordenador o incluso utilizando mi teléfono móvil (basta con preguntarle a él mismo). Esta mañana he calculado el tiempo que paso al año sacando la pasta de dientes del tubo, que mi pareja se empeña en apretar por la mitad en lugar de hacerlo como es debido: desde el final hacia la boquilla, de manera gradual. Son 36 minutos y medio al año, por cierto.
 
Aunque durante el tiempo de sueño no tengo consciencia ni soy capaz de controlar mis sueños; a pesar de que mi cerebro conecta ideas de forma aparentemente arbitraria y funciona de manera autónoma... voy a suponer que no dejo de ser yo. Voy a asumir que yo soy yo, al menos, durante todo el tiempo de mi vida. Podríamos entrar a considerar si seguiré siendo yo después de la muerte de mi cuerpo o si era yo antes de nacer; debatir sobre si la idea de mi persona que continúe en las mentes de las personas que me han conocido tras mi muerte, seguirá siendo yo; podríamos discutir sobre si antes de nacer, cuando todavía estaba en el vientre de mi madre o incluso en los planes de mis padres, yo ya era yo. Estoy utilizando demasiados puntos y coma y lo estoy haciendo fatal, discúlpame. Podríamos recorrer esos caminos filosóficos pero no lo haremos, consideraremos mi tiempo de vida y supondremos que yo soy yo (y mis circunstancias) durante ese tiempo. Es decir, no puedo dejar de ser yo. Ni cuando trabajo, ni cuando como, ni cuando veo la televisión, ni cuando me río a carcajadas escandalosas, ni cuando lloro amargamente, ni cuando me estoy lavando los dientes... ni siquiera cuando duermo. No puedo dejar de ser yo y mis circunstancias. Siempre soy yo, yo y mis circunstancias. Siempre yo.
 
Entonces dime, ¿cómo no voy a quererte si tú formas parte de mi yo, y yo no puedo dejar de ser yo? ¿Acaso no ves que no tiene sentido?

[Suena la canción Jingle Bells, Santa Claus saca de su bolsillo un teléfono móvil, aparta la mirada de la pantalla del ordenador y la dirige a su Smartphone]
 
"Perdona, me llaman por teléfono, Rudolph, y parece importante", teclea. "No te pongas celoso porque sabes que siempre has sido mi reno favorito."