Cerrar los ojos y echar de menos aquella noche en la playa; añorar esa primera (y última) cerveza que te supo tan bien; recordar aquel beso de una noche en Noviembre, el último deseo que pediste a una estrella fugaz; volver a ese lugar mágico junto al mar, a aquel momento de reflexión en medio del campo (con la bicicleta pinchada tirada al lado); sonreír recordando ese viaje a París, la primera acampada; recrear esa sensación de magia pura, sin trucos, al observar por primera vez la paradoja de Banach- Tarski...
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