miércoles, 22 de febrero de 2017

Carta de despedida

Me queda poco tiempo. Ya escucho los helicópteros y hace un rato he visto a los perros viniendo a por mi desde el barranco. Apenas dispongo de unas líneas para hacerte llegar el importante mensaje que quiero transmitirte.


Vas a escuchar muchas cosas sobre mi. Ninguna será cierta. Maquillarán la realidad porque el mundo no está preparado para escuchar la versión de los hechos, el mundo necesita la versión edulcorada... La realidad es que he hecho cosas que no entenderías ahora mismo. Imagino que ya sabes a lo que te expones cuando entras en este juego, jamás te vuelves a sentir integrado en ningún grupo social. Los observas como ratas de laboratorio, como niños que juegan con sus vidas de forma inocente mientras el mundo gira. No sé si seguirás los mismos pasos que yo, espero que no sea así... pero es probable que acabes leyendo esto, y si eso pasa será demasiado tarde.

Escúchame, hija mía, ya escucho los ladridos, el helicóptero ha aterrizado y en unos segundos echarán abajo esta puerta y todo terminará para siempre. Necesito que sepas una cosa. Intenta... TIENES que ignorar los hechos que has presenciado, necesito que dejes a un lado todas las pruebas que te van a presentar contra mi persona. Algunas de ellas serán ciertas, pero eso no importa. Sé que lo que te pido es muy complicado y que sólo te traerá problemas, pero si has llegado hasta aquí es porque estás dispuesta a descubrir por ti misma toda la verdad. Y ya no hay vuelta atrás.

Tienes que ver lo que nadie más ve, tienes que escuchar a tu interior y sólo a tu interior. Sólo tu corazón te marcará el sendero correcto y seguirlo será la única forma de encontrar la verdad. No tengo tiempo, pero todo lo que necesitas está dentro de tí, ten el valor de hacerle caso, por favor.

[Se escuchan fuertes golpes en la puerta, que tiembla en espasmos y termina por ceder. Un grupo armado se prepara para asaltar la cabaña en el exterior. El hombre, sentado a la mesa y todavía con el bolígrafo en la mano, sonríe.]

- Hola Lucía, hija mia...

La mujer dispara y abate al hombre, que se desploma cayendo desde la silla. Cuando su cabeza perforada golpea la madera del suelo ya carece de vida.

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