miércoles, 8 de febrero de 2017

No me gusta Noche

Me he dado cuenta de que no me gusta nada Noche. Me da miedo. Nada de lo que existe en ella me parece lo suficientemente interesante como para vivirla. Prefiero pasarla durmiendo, de hecho me aterra la idea de vivir junto a ella en vela.

Tiene a Luna, que es preciosa, pero la encuentro vacía. Igual que una de esas personas con un cuerpo deslumbrante a las que te lanzas a intentar conocer pero que a los dos minutos de conversación descubres que no tienes nada en común, nada interesante de lo que hablar, ni tu le puedes aportar nada ni vas a ser capaz de aprender nada de ella. Lo mejor en esos casos es despedirse, desearle lo mejor y que cada uno retome su camino de forma independiente.

Durante años me he engañado a mi mismo diciéndome que Noche era el mejor lugar para encontrar a Inspiración, cuando la realidad es que jamás la he encontrado ni mucho menos hablado con ella. Creía que el silencio de Sol me dejaría escuchar mejor a mis propias ideas, pero sólo invertía ese espacio para bailar con Sombra en sus compases más oscuros. Maldecía a los colores de Día por no llegarle ni a la suela de los zapatos a la gama cromática de Atardecer... mientras me deslumbraba el repicar de Hielos en mi vaso. Encumbraba el precioso dormitar que tiene Ciudad cuando nadie pisa sus calles, fabricando un complejo laberinto desde mi sofá para no encontrarme con Cama.

Lo cierto es que no me gusta nada Noche, y si alguna vez disfruté de ella fue únicamente porque caminaba junto a ti.

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