miércoles, 12 de abril de 2017

El último habitante de la Luna. Capítulo 4

Entrevista de trabajo

[Dos días más tarde]
Se despertó con el alba, igual que todos los días. Había descansado de maravilla y se levantó con una sonrisa en la cara. Desayunó la reminiscencia de un buen sueño que todavía recordaba, era lo único que le quedaba. Salió a la calle y disfrutó del paseo. Le encantaba ver el desperezar del Sol cada mañana, todavía no tenía energía como para calentar las calles y es probable que no la consiguiese en todo el día, pero el hecho de poder saludarle y verle despertar era toda una victoria tras la terrible tormenta del día anterior.

Paseó entre las lonjas del puerto en su rutina diaria en busca de trabajo. Hoy no le importaba si no encontraba nada bueno, pero sí necesitaba algo para almorzar. En el puerto no consiguió nada, se encaminó hacia el barrio obrero. Luego hizo algunas cosas, algunas cosas son las que hizo.

Por fin llegó el momento. Entró en el viejo edificio de fachada sucia. Siguió al hombre que lo recibió hasta un enjuto despacho lleno de archivadores. Un hombre con la camisa remangada y un cigarro bajo su bigote no esperó a que entrase en el despacho para reprocharle:

- Ese no es un motivo para rechazar este trabajo. ¡Demonios! No es motivo para rechazar ningún trabajo
- ¿Cómo dice? Disculpe, yo venía por la entrevista de trabajo, no pretendo rechazar...
- Ah, todavía eres tú. Demonios, sí... esto... No sabes de qué va esto, ¿verdad?
- No señor, pero estoy dispuesto a trabajar duro. Tengo mucha ilusión y estoy...
- Sí, sí, sí. Genial, perfecto. Eres ideal para el trabajo. Estás contratado, o estabas... Bueno, tienes que hablar con Ismael, él te enseñará todo esto y te explicará lo que tienes que hacer.
- Muchísimas gracias señor, le aseguro que no se arrepentirá

Estaba algo desconcertado, ni siquiera le habían preguntado nada y el puesto ya era suyo. Pero estaba tan agradecido y emocionado por su nuevo trabajo que apenas se mantenía en pié. Sintió que la cabeza le daba mil vueltas, estuvo a punto de caer al suelo mareado. Pero no era momento de dejarse llevar por las emociones, tenía que demostrar su valía.

- Hola, soy nuevo aquí --se presentó.-- Acabo de hablar con el señor... lo cierto es que no me ha dicho su nombre. Pero me ha indicado que usted puede ponerme al día.
- Llamadme Ismael --hizo una reverencia casi teatral.-- Bienvenido, aquí necesitamos a más gente como tú, ¿sabes? No, todavía no lo sabes, claro que no... pero lo sabrás.

Ismael ahogó una carcajada en una media sonrisa. Dió media vuelta y comenzó a andar sin dejar de hablar, invitando a seguirle. Al pasar por una mesa, cogió una carpeta repleta de papeles. Las hojas rebosaban por los laterales de la carpeta, que apenas mantenía dentro toda esa documentación. Daba la impresión de que la mitad de las hojas saldrían volando al soltar los amarres que la mantenían cerrada. Sin embargo, Ismael la abrió con un movimiento sutil y calculado, eligió la primera hoja y la consultó:

- Veamos, ¿qué te toca a tí?... Esos zapatos son un 44, ¿cierto?
- ¿Disculpe?
- Sí, son un 44. Correcto, muy bien... Ajá, aquí estás. Tú eres el encargado del agua. No es un mal propósito para ser nuevo
- ¿Del agua? Muy bien, he trabajado como fontanero durante unos meses...

Ismael rió a carcajadas:

- Bien, no creo que esa experiencia te sirva demasiado. Sin embargo es un buen punto de partida. Te encargarás de que el agua siga siendo agua. Ya sabes, de que que respete lo que esos pobres desgraciados llaman las "leyes de la naturaleza", de que se comporte de forma predecible y de acuerdo a sus "teorías físicas" y todo esas cosas... Que el agua siga siendo agua, como te he dicho. ¿Alguna duda?
- Sí... perdone pero... creo que no le entiendo. ¿Cuál es exáctamente mi cometido?
- Te lo he dicho, te encargas del agua
- Y, ¿con qué herramientas cuento?
- Puedes coger lo que precises y utilizar todo lo necesario. Confiaremos en tu criterio, eres tu propio jefe en cierto modo... En realidad nadie tiene tiempo de supervisar tu trabajo. Eso sí, como metas la pata tendrás que responder ante el jefe de verdad. Tenemos libertad para realizar nuestro trabajo, pero son muy exigentes en cuanto a los resultados.

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