miércoles, 14 de diciembre de 2016

Un mal boxeador

Los malos boxeadores son los que no entrenan, golpean sin control, se mueven en el caos y se dejan llevar por la ira.

A pesar de todo esa velocidad que poseen tus manos, a pesar de toda la pasión con la que te enfrentas a tus adversarios, a pesar de la fuerza con la que golpeas, no tienes nada que hacer contra la rutina de los entrenamientos. Ese tío tan endeble que entrena de nueve a doce cada día, el imbécil que no sabe de qué va esto, ese novato que acaba de empezar, todos ellos te derrotarán, pasarán por encima dentro de poco tiempo. Te lo garantizo. ¿Sabes por qué? Porque tienen fuerza de voluntad, aprenden de la rutina, la escuchan cada día. La técnica y la táctica tienen más peso que tus brutos músculos en un combate. Tienen más ganas de hacerlo bien que de ganar y eso sólo les conducirá de modo unívoco a ganar. Estás jodido.

Esos golpes que lanzas a ráfagas, recuerdan a las brazadas agónicas de un náufrago que lucha por sobrevivir. Un baile errático y explosivo que es incapaz de alcanzar un objetivo que nunca tuvo. Infructífero. Sin un plan a seguir, sin directrices donde apoyarte jamás llegarás a la meta. Podrás conseguir nimias victorias, quizás eso sacie a tu ego ciego. Pero dime una cosa, ¿soñaste con ganar un combate o con ser un gran boxeador?

Mira ese baile de pies. Cada movimiento, cada reacción ajustada al tempo de su adversario, cada gesto está calculado. Responder en cada situación con la técnica más apropiada resulta instintivo cuando lo has hecho durante miles de horas. El caos no te traerá triunfos. Quizás sea un curioso compañero puntual con el que disfrutar de una noche y pasarlo bien, puede que incluso te invite a una copa pero jamás te regalará un combate y mucho menos te enseñará el camino del éxito.

Tú continúa entrando a trompicones en el gimnasio, lanzándote contra el saco para golpearlo sin control, deja que sea la ira quien te diga cuándo y cómo golpear. Verás que pronto aparecen las lesiones para acompañarte durante todo tu camino. Sigue comportándote como un animal, embiste obcecado a tu objetivo sin ser capaz de planificar tus movimientos. Haz lo de siempre, sitúate frente al saco y golpea de forma compulsiva sin entrenar, sin control, en medio del caos y déjate llevar por el impulso de cada instante. Suple tu falta de talento con arrebatos sobre la lona. Es la mejor y más efectiva forma de evitar aprender a escriBOXEAR.

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