miércoles, 23 de noviembre de 2016

Vacío cuántico

Te voy a explicar cómo funciona esto: no puedes generar olvido. Creerás que sí, llenarás tus días de fútiles actividades e invertirás ingentes cantidades de esfuerzo en generar sacos de vacío, entregarás quinientas noches a la empresa de tratar de olvidar. Pero no puedes hacerlo. No es posible generar vacío, es así de simple.

Existe en Física un término llamado vacío cuántico. Los físicos que estudian este vacio han descubierto que en realidad está lleno de ondas electromagnéticas y diminutas partículas invisibles al ojo humano que viven en la frontera entre la existencia y la no existencia. Es como si viviesen en equilibrio entre dos mundos, el nuestro y otro inaccesible para nosotros. De manera que cuando esas partículas están en el más allá no podemos percibirlas y sólo nos queda el vacío. Sin embargo, cuando las mismas partículas saltan la frontera y entran en nuestro mundo, ese vacío se llena y destruye lo que creíamos inmutable. De hecho esas pequeñas partículas sólo necesitan energía para cruzar esa puerta interestelar y podrían aparecer en nuestro mundo formado diferentes agrupaciones, que nosotros percibiríamos como estados distintos. En pocas palabras, que donde ahora vemos vacío, podrían "aparecer" entes de diferente naturaleza.

Con todo esto sólo quiero explicarte, amor mío, que cuando desapareciste traté de sobrellevarlo como pude. Al plantearme cómo podría olvidarte consideré la estrategia de reemplazar el tiempo que ocupabas en mis pensamientos por otras ideas. Las tácticas eran variadas y graduales: tratar de inhibir tus apariciones por mis pensamientos, descubrir nuevas ideas demandantes de materia gris y tiempo de cálculo, aprender habilidades exigentes en cuanto a concentración... En definitiva, tratar de modificar mi cerebro para que el laberinto de neuronas de mi sistema nervioso, que no tenía secretos para tus recuerdos, se tornase complicado y extraño cuando tratases de recorrerlo. Pasé años dedicado a esta tarea, a tiempo casi completo los primeros días, relegando esta actividad a las noches con el paso de los meses. Es curioso, cuando un buen día me crucé con una clara referencia a tu persona y descubrí que no dolía, que llevaba tiempo sin ti en la cabeza, cuando me costaba incluso recuperar algún dato concreto, detalles en particular... entones pensé que iba por buen camino, que lo estaba consiguiendo, que estaba olvidando. Como te digo, he aprendido a escuchar tu nombre sin imaginarte, a caminar por las noches que fuesen nuestras sin anhelarte, he aprendido a recorrer recuerdos sin nostalgia, a escuchar tus canciones sin cantarlas. He llegado a creerme exitoso.

Esta mañana, mientras me cepillaba los dientes con la mirada perdida en el bote de champú, sin saber muy bien por dónde has venido, has aparecido en mis pensamientos. Ha sido una aparición cordial, has sonreído de forma inocente y saludado sin ninguna pretensión aparente. Mentiría si dijese que me has molestado o incomodado en forma alguna, ha sido agradable saludarte. He continuado lavándome los dientes, al terminar me he aclarado la boca con agua fría y sin vacilar ni por un instante he procedido a poner de nuevo dentífrico en mi cepillo de dientes para empezar de nuevo. Esta mañana el dentífrico me sabía a ti y no quería despedirme de esa sensación. He pasado el resto del día como cualquier otro, sin que aparecieses por mi cabeza. Ni siquiera he recordado nuestra cita de la mañana. Pero al meterme a la cama para dormir, en una de las pocas vueltas que he aprendido a dar durante mis duermevelas, has irrumpido en mis pensamientos. Esta vez has sido más directa, menos políticamente correcta, más atractiva. He recordado tus dos enormes ojos negros, preciosos. He comprendido eso que dicen de que el color negro es así porque absorbe todos los colores y no refleja ninguno. Las imágenes de mis pensamientos se han quedado en blanco y negro y toda la energía de mi mundo ha vuelto a quedar inscrita en tus ojos. Esos preciosos ojos, los dos únicos ojos del universo.

Estaba equivocado, durante todos estos años no he conseguido olvidarte ni un instante, siempre has estado ahí. Ni si quiera soy capaz de no transportarme a otro mundo cada vez que percibo tu perfume, que sigo recordando a la perfección. Donde yo creía haber construido un enorme solar de vacío, sembrando surco a surco durante todo este tiempo semillas de nada, han aparecido de pronto todos esos pensamientos que conforman la idea que tengo de ti. Has aparecido tú. ¿Serás ese conjunto de ondas electromagnéticas y minúsculas ondas que conforman el vacío de mi universo? No conozco los términos cuánticos que te definen, pero te aseguro que si existieses en mil universos paralelos, te conociese en mil vidas distintas y tuviese mil intentos de olvidarte, fracasaría en todos y cada uno de ellos.

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