miércoles, 9 de noviembre de 2016

Reto intelectual

- Escúchame con atención porque quiero plantearte un reto intelectual. Se trata de una situación a la que tendrás que enfrentarte con tu ingenio como única arma, quizás algo de experiencia te sirva de ayuda. Yo te daré algunos datos con los que podrás trabajar, pero a partir de ahí, una vez estés en el punto de salida, tendrás que ser tú mismo quien recorra el camino de forma solitaria. ¿Estás listo? Bien, la situación es la siguiente: Te encuentras en tu habitación como cada mañana, tras sonar el despertador a la misma hora que siempre lo apagas y te incorporas para levantarte. Miras hacia tus pies para calzarte pero compruebas que... ¡ya tienes las zapatillas puestas! Y no sólo eso, además son las zapatillas con las que sales a la calle, ¡tus zapatillas de siempre!
- ¿Y cuál es el reto?
- Te acabas de despestar y todo es aparentemente normal, la habitación es igual, tus objetos están en el mismo sitio de siempre, llevas puesto el pijama... pero tus zapatillas preferidas están en tus pies. Sin ninguna explicación aparente
- Pero, ¿esto es un reto?
- Cuando te metiste a la cama anoche no las llevabas puestas
- Me las habré puesto dormido
- ¿Eres sonámbulo?
- Que yo sepa no
- Imposible que te las hayas puesto tú entonces. ¡Pero tienes puestas las zapatillas! Te acabas de despertar y al bajar la mirada te has dado cuenta
- Esto no tiene sentido
- Aparentemente no, y ahí está el reto. ¿Cómo es posible?
- Me refiero a que ¿cómo voy a tener puestas las zapatillas recién despertado? A lo mejor sigo dormido y lo estoy soñando
- Estás despierto, créeme. Algo desconcertado pero despierto. Además, yo también las veo. Llevas puestas las zapatillas
- Pero, ¿ahora? Claro que las llevo puestas, ¿ese es el truco? ¿Estás hablado de ahora?
- Te he dicho que acabas de despertar a la misma hora de siempre
- Pero yo no me acabo de despertar
- Ni estás en tu habitación como cada mañana..
- No
- ¿Cómo es posible?
- He venido en autobús
- ¿Con las zapatillas puestas?
- Claro
- Las mismas zapatillas que llevabas puestas cuando te has despertado esta mañana. ¿No es fascinante este reto?
- Mira, no entiendo lo que dices. La situación que planteas no tiene ni pies ni cabeza
- Sí que tiene pies, ocultos por las zapatillas. Y la cabeza se la tienes que poner tú, resolviendo el misterio
- Pero, ¿qué misterio? Me levanto y llevo puestas las zapatillas. Punto
- No he dicho que las llevases puestas tras levantarte sino que las ves cuando te incorporas sobre la cama. Hasta donde sabemos, ni siquiera podemos asegurar que las llevases mientras dormías en la cama pero sí que las has visto al mirar hacia tus pies tras sentarte en la cama.
- Me da igual, no veo el misterio por ningún lado
- ¿Acaso suele sucederte esto cada mañana?
- ¡Claro que no! Me despierto descalzo y me pongo las zapatillas de casa, como todo hijo de vecino
- He aquí el misterio. Un suculento reto intelectual capaz de alimentar tu mente
- Mira, no me interesa tu reto ni esta conversación de sinsentidos. No estamos avanzando hacia ningún lado
- ¿Tú crees? Desde el comienzo de la conversación hemos definido la situación, descartado varias hipótesis y trabajado juntos analizando los detalles. ¡Estamos avanzando!
- Hombre visto así... Pero es una conversación de besugos, ¿no crees?
- A mí me parece de lo más fascinante, pero si lo prefieres podemos hablar de otra cosa
- ¿Y te olvidarías del reto?
- ¿Ves como no puedes dejarlo? Los retos son contagiosos y persistentes, ¡igual que los virus! Una vez se instalan en tu cerebro sólo hay una forma de desalojarlos
- ¿Resolviéndolos?
- A veces ni siquiera eso es suficiente. He conocido a personas tan fascinadas por un reto que le han acompañado mucho después de haberlo resuelto
- Supogo que lo que no te mata te hace más fuerte
- Así es, y un buen reto puede regalarte enseñanzas que van mucho más allá de un simple entretenimiento
- Sí, pero este reto en particular... ¿qué puede aportar?
- Eso lo sabremos al desentrañar el misterio
- Tendremos que esperar entonces

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