Solía decir que hay dos cosas que me dan miedo, y hablar de las cosas que me dan miedo es una de ellas. Tengo miedo a hablar sobre el miedo. Temo, al revivir ese sentimiento, darle la fuerza suficiente como para que se instale en mi alma y se quede durante un tiempo. Tengo miedo de que pudra mi felicidad, miedo a que el miedo me robe mi sueño, a que me obligue a dar vueltas sobre la cama hasta destrozarme la piel, a volver a los sacos de boxeo, a los cascos de caballo galopando sobre el eco, a ordenar mis desgracias con rima asonante, a salir corriendo de mi vida y alejarme tanto que no me reconozca ni yo mismo.
Hablaremos sobre el miedo, pero eso será otro día.
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