Las vísceras me piden ira. Tienen rabia, impotencia, nervios, arañan mis entrañas hasta perforar y
atravesar mi piel. Desde dentro. Me piden destrucción, aniquilar el
orden, asesinar la calma, dejarlo todo patas arriba... despeinarme.
La
mente, en cambio... suscribe.
Moraleja: cuando despierto
en la noche escuches las campanadas de las 3, ese cuarto café del día,
vespertino, será quien te acompañe.
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