miércoles, 24 de junio de 2015

Sobre el día y la noche

Hoy no quiero verte, me da pereza pensarte, no me apetece olerte, sentirte, hablarte, escribirte... Tu presencia en mi vida es sólo un lejano recuerdo difuminado (como esos sueños que terminan por mimetizarse en la amalgama de tus recuerdos debido a lo poco extraordinario de su naturaleza). Hoy no te echo de menos, mis manos no te buscan, mi cerebro ni siquiera siente las agujetas después de conversar con el tuyo. Estoy escribiendo sobre tí, sí, pero con la indiferencia propia de lo anodino y lo corriente. Hoy no tienes los ojos más bonitos que jamás he visto, hoy no me hace daño tu perfume, hoy sí se cómo no decirte lo que siento. Esta mañana la compartiré con mi viejo amigo Apolo, dejaré que me convide a unos rayos de luz con su agradable efecto amnésico, disfrutaré de unas horas de asepsia memorial... que ya llegarán las flechas de Artemisa para recordarme que sigues ahí, ya llegará la noche y volveré a sangrante, ya volveré a destilar tu esencia por cada poro de mi piel.

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