miércoles, 11 de mayo de 2016

Un sueño recurrente

Los platos sucios todavía descansan sobre la mesa del salón, hace un rato que pasó la hora de cenar. Julián rompe el silencio y comenta:

- Hace días que tengo el mismo sueño recurrente. Tengo un bate de béisbol en mis manos y una bola viene hacia mí, la bateo con todas mis fuerzas con un movimiento perfecto. El golpeo es impecable y veo cómo sale despedida a gran velocidad alejándose cada vez más y más. La pelota sube cada vez más alto, se aleja cada vez más, haciéndose más diminuta en la lejanía... pero sin perderse de vista. Cada vez se aleja más, puedo ver como vuela a toda velocidad cada vez más lejos. No parece que vaya a volver nunca, en cada instante se encuentra más lejos. Cada vez más. Más lejos cada vez. La pelota se aleja a toda velocidad, cada vez se aleja más y más. El bateo ha sido perfecto, un swing impoluto que ha desplazado la pelota hacia el infinito a una velocidad de vértigo. Sigue su trayectoria impertérrita y se aleja cada vez más, apenas es un diminuto punto que viaja a toda velocidad cada vez más lejos. Sí, todavía es visible, pero cada segundo se aleja más y más. No deja de alejarse a toda velocidad por el aire. Cada vez más lejos. Cada vez más.

Vuelve el silencio prolongado, su mirada se halla inmersa en el mundo de los sueños una vez más. Al cabo de un rato parpadea, frunce el ceño y con una ligera sacudida de cabeza pero con el resto del cuerpo inmóvil lanza una petición hacia el sofá:

- Creo que no me encuentro muy bien, que alguien llame al doctor Steven, por favor.

Continúa solo en la habitación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡La interacción mola! Dime qué te ha parecido esta entrada.