miércoles, 12 de febrero de 2014

Soledad

Una vez, un psicólogo diletante compartió conmigo la siguiente reflexión sobre la mente humana y las relaciones entre personas. Me parece un punto de vista cuanto menos curioso y por ello quiero hacer aquí un esbozo del mismo.

La mente humana es como un barquito en medio del océano navegando en una noche perpetua. Ante las infinitas posibilidades del universo, uno tiende a verse pequeño, minúsculo, de ínfimo tamaño. La oscuridad se debe a que la mente de una persona es un lugar muy profundo, uno puede pasarse toda una vida escrutinando y jamás será capaz de arrojar algo de luz sobre su estructura.
El caso es que la mente de una persona navega por ese oscuro océano sin la posibilidad de establecer un rumbo fijo, por eso a menudo las ideas no parecen tener una conexión lógica o coherente. Es un espacio en el que cualquier dirección es posible y tan buena como las demás. Sin embargo, para lograr encontrar una ruta fructífera es imprescindible contar con un sistema de referencia, una serie de "puntos fijos" que nos ayuden a conocer nuestra posición, al menos respecto a nuestro entorno. Esos puntos fijos son las personas con las que compartimos nuestra vida; y las relaciones que establecemos con ellas construyen una malla a nuestro alrededor, que es la que nos ayuda a establecer nuestras coordenadas. De esta manera es posible medir de manera "cuantitativa" la variación de nuestra posición respecto al pasado y también establecer el futuro rumbo de nuestros pensamientos y acciones.
La soledad. ¡Ah!  La soledad es un apagón esporádico y necesario de esas luces a nuestro alrededor. La mente humana necesita experimentar, concerse, disfrutar de esa sensación al bailar al son de la deriva, aprendiento a controlar el mareo que el balanceo produce (al igual que de niños aprendimos a andar erguidos) y siendo consciente de que el entorno en el que se mueve no tiene límites visibles. Pero esa sensación de libertad absoluta y pura es nociva si se prolonga demasiado en el tiempo, pues podría llevar al sujeto a perderse para siempre en ese océano y pasarse el resto de su vida vagando de forma errática en la oscuridad.

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