miércoles, 2 de mayo de 2018

Sabores

Que el sabor a tierra ya no se me antoja tan desagradable.
 
Que hace tiempo aprendí a sustituir el azúcar de tus labios
por la miel de los neones centelleantes y que, con el tiempo,
pasé del empalagoso dulzor que siempre acaba fermentando.
 
Que ahora disfruto del salado caminar junto a las piedras del camino
que el agua helada de la fuente me sabe a vida
que incluso el verde de las briznas de hierba me refrescan
que cuando me da el aire en la cara abro la boca para disfrutar de su sabor
que hasta las motas de polvo, suspendidas en el viento, las disfruto.
 
Dicen que hay sabores de los que sólo aprendes a disfrutar con el tiempo. Que hay sabores que no son para niños ni adolescentes... no sé, pero hoy hasta los rayos de sol me parecen un buen aliño para la ensalada de esta vida tan preciosamente desordenada.
 
 
Esta entrada fue escrita con una versión de "Los mismos clavos", de Marea, bienexistiendo junto a mis oídos:
 
 

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